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Leer la Parasha y Haftaráh Behar

Lev 25:10 Santificaréis pues el año quincuagésimo, y proclamaréis en la tierra libertad a todos sus habitantes. Será jubileo para vosotros y cada uno volverá a su propiedad, cada uno de vosotros volverá a su familia.

En un período de 49 años, la vida del pueblo caminaba su curso de una manera “normal”, esa normalidad a los ojos de todo el mundo hacía que muchos hombres perdieran sus posesiones, sus tierras y hasta su libertad como seres humanos,, mientras el resto se enriquecía más y más.  Al llegar el año número 50, el año del Yobel o jubileo, todo regresaba a su lugar, todas las propiedades regresaban a su dueño original, los hombres que habían perdido su libertad la recuperaban en este año, y por decirlo de alguna manera regresaban a su estado original, y ese año hacía parecer que lo vivido en los 49 años había sido una pesadilla para los que perdieron algo y un sueño para los que se enriquecieron con esas pérdidas.

Finalmente surge una pregunta, ¿Cuál es la vida normal, la vivida en los 49 años o la vivida en el año del Yobel? Si la vida de los 49 años es lo normal e ideal, ¿Porqué es interrumpida por el Yobel?

IMAGEN Y SEMEJANZA DIVINA

El hombre es una criatura hecha a imagen y semejanza del creador, lo que lo hizo una criatura de naturaleza distinta al resto de la creación, la naturaleza del hombre es Divina e infinita, debido a eso es que el hombre se convirtió en administrador de la creación, pues él es la imagen del Creador proyectada sobre su creación, para el resto de las criaturas y la creación en su totalidad el hombre es lo más cercano que tiene de su Creador, Su representante, es lo más cercano que la creación puede ver o palpar de su Creador.  Lo visible de un Elohim invisible.

La naturaleza del hombre tenía como objetivo que él se enseñoreara de la creación, que ejerciera dominio sobre ella y la dirigiera hacia su objetivo, pero el hombre falló, ante la fantasía que genera la materialidad de la creación cayó en la idolatría y negó su origen, su naturaleza y objetivo de vida.

Ahora el hombre vive una vida “normal”, sus ojos están puestos en la materialidad de este mundo, y sus manos trabajan con fuerza para obtener su recompensa en la materialidad de este mundo, se casan y tienen descendencia y el éxito de esa labor es medida con la medida de la materialidad de este mundo, ganan propiedades y objetos materiales, propiedades y objetos que otros pierden, los que hoy tienen mañana ya no tienen, y los que no tienen hoy mañana tendrán.

La vida del hombre dentro de su “normalidad” está dedicada a sobrevivir a la ley de la entropía (ley del caos) que gobierna a la creación, el hombre ya no tiene autoridad por sobre la creación, ya no la sojuzga sino que él vive para sobrevivir a ella.

Dentro de esta “normalidad” de la humanidad, el hombre sufre, física y emocionalmente, emocionalmente por la incomprensión o falta de aceptación de la mayoría de situaciones que en su vida  “normal” suceden a diario, por otro lado ese descontrol emocional lo lleva a las enfermedades físicas, pero todo esto es ya parte de la vida “normal” de la humanidad.

LA AMNESIA

Al hombre se le olvidó quién es, el hombre fue absorbido por la naturaleza de la creación, una naturaleza idolátrica en la que él mismo ahogó a la creación con su falta, cuando él la gobernaba, hasta el punto que el hombre olvidó quién era, de dónde vino y quién lo engendró, perdió su más preciado tesoro, la naturaleza Divina a la que originalmente fue formado.

Dentro de la “normalidad” de su vida, el hombre busca llenar un vacío que tiene en su corazón, un vacío que solo puede ser llenado con la plenitud que el hombre perdió juntamente con la pérdida de su naturaleza Divina.  En su búsqueda el hombre se lanza a la espiritualidad, pero debido a su amnesia y su naturaleza idolátrica no logra sino solo crear religiones, religiones que no lo sanan de su amnesia, de su egoísmo ni de su idolatría.

EL YOBEL

El Eterno estableció el Shmitá (ciclo de 7 años) y el Yobel (año del jubileo) para recordarle al hombre que lo que él llama normal no lo es, que lo que vive ahora no es lo original, y que aunque se crea todo perdido, algún día todo retornará a su verdadera normalidad, a su origen.

Al igual que con el Shmitá, también con la cuenta del Omer que nos lleva a la festividad de Shabuot, el número 50 de la cuenta, la Torá intenta despertar esa consciencia en el pueblo de Israel, para que sus vidas, que las demás naciones llaman normales, sean vividas con los ojos y el corazón puestos en el día de ese retorno, en el día que el Yobel inicie, cuando el shofar suene, cuando todo regrese a su dueño, El Kadosh Baruj Hu.  Y que no se le olvide que lo que originalmente fue, es lo mismo que será. Que recuerden de dónde vienen y quienes eran, y así sabrán a dónde tienen que regresar, el Kadosh Baruj Hu, nuestro origen y nuestro destino.

LAS NACIONES

Las naciones que no conocieron el shmitá o Yobel y la cuenta del Omer para llegar a Shabuot, no puede tener conciencia de todo esto, y en su búsqueda por llenar el vacío de su alma, al crear una religión crean una seudo-espiritualidad, que no les despierta esta consciencia, caen de nuevo presos de su egoísmo y su idolatría,  haciendo de su dios un siervo que es utilizado únicamente para satisfacer los deseos más egoístas del hombre que lo creo, un dios que es creado para que al hombre le vaya bien en este mundo, un dios que lo salve de la entropía que gobierna este mundo.

Es necesario hacer de cada uno de estos 7 Shabat de la cuenta del Omer un año sabático, que es una antesala de preparación para el Yobel, el año donde todo regresa a su dueño, y en nuestra cuenta de Omer ese año 50 está presente en la festividad de Shabuot, el día 50 de la cuenta del Omer, entonces la festividad de Shabuot será para nosotros un Yobel, un día donde nosotros podamos regresar a nuestro dueño, al Kadosh Baruj Hu.  Y así recuperar en alguna medida lo que hemos perdido, una naturaleza Divina.

De allí que para el mundo de la guematría el número 5 represente el Olam Havá, ese mundo por venir que aunque se espera para un futuro, es el mismo que estaba antes, es como caminar de un Yobel a otro Yobel, así hoy caminamos de un Shabuot a otro Shabuot.  El número 5 es de mucha importancia en la guematría, porque no solo es nuestro origen y destino, sino también es nuestro camino hacia esa Realidad, ya que según el matemático, físico y cabalista F. Weinreb, el número 5 es el número del hijo.

Cada Shabat es un 7, día de perfección, perfección o séptimo que se convierte en solo un medio y no un fin en sí mismo, un medio para alcanzar el 5, el hijo, un hijo que nos abrirá las puertas para un Shabuot exitoso.

Shabat Shalom!

R. Yehuda ben Israel